lunes, 26 de mayo de 2008

Una Carta Desesperada o La justicia Dòrmida

Son las 3 am de hoy lunes 26 de mayo del 2008. ha terminado mi trabajo por el dia de hoy, es hora de ir a la cama, no sin antes rogarle a los Dioses que me brinden su portección para no quedarme en el sueño eterno, seria muy triste no ver la luz de tus ojos una vez más...
Antes de ir a la cama, como siempre, busco algo que leer, hoy encontre una carta escrita hace algunos años ya, de la autoria de nuestro amigo José, y me doy cuenta que no han cambiado muchas cosas, todo sigue igual en el tercer mundo, nuestra justicia duerme el sueño de los justos, y el de los injustos tambien, antes me peguntaba si los delincuentes podìan dormír por las noches, hoy sé que duermen poca madre y mejor que cualquier ciudadano que tenga un trabajo honesto y honrrado, Murat, Ulises, el Gober precioso, Montiel, Champs, los de los cárteles de las drogas, Fox, la Martha Sahagun, duermen poca madre, y el mexicano común y corriente, quiza a esta hora mientras yo escribo estas chngaderas, unos se estan despertando para ir a la chamba u otros estan sin poder dormir, no por un pinche zancudo, sino por estar pensando "¿si hoy encontrarán trabajo? porque a su vida familiar se la esta llevando la chingada porque no hay con queso las enchiladas....
les dejo ésta carta pues de José, para todos los desaparecidos por cualquier causa en el mundo... Es cuanto...

URGENTE

Para: Exmo. Sr. Julio María Sanguinetti
Presidente de la República
Uruguay

De: José Saramago
Lanzarote
España

Lanzarote, 20 de octubre de 1999 Señor Presidente de la República Oriental de Uruguay:

Me llamo José Saramago, soy portugués, escritor y actualmente vivo en una isla del archipiélago de las Canarias. Mi mujer es española, tengo amigos en toda la América que se expresa en castellano, y también, no sería necesario decirlo, en Brasil, que habla mi lengua. Nada que cultural y socialmente importe al mundo iberoamericano me es extraño. Pertenezco a ese mundo como pertenezco a la aldea donde nací. Soy Premio Nobel de Literatura, pero no le escribo desde esa condición. Ni siquiera tengo la certeza de que sea por escribir libros por lo que me dirijo al presidente de la República de Uruguay. Querría que esta carta fuese leída sólo porque contiene palabras de un hombre a otro hombre. Es cierto que soy escritor, es cierto que soy Premio Nobel, pero eso viene en segundo y en tercer lugar. Y no lo digo por modestia, lo digo porque únicamente en los seres humanos (por desgracia no en todos) el sentimiento de humanidad puede existir y resistir. Ese sentimiento es el que guía estas palabras.

Juan Gelman, el gran poeta argentino, uno de los mayores que el mundo tiene hoy, busca, desde hace años, a su nieto nacido en 1976, en Montevideo, adonde los esbirros de la dictadura militar, en una operación más del Plan Cóndor, transportaron a la madre embarazada. El padre de ese niño o de esa niña apareció muerto en Argentina, asesinado, con un tiro en la nuca. De la madre nada se sabe, su rastro se pierde en un centro clandestino de detención de Montevideo, capital del país del que el Dr. Julio María Sanguinetti es presidente. Si está vivo, el nieto de Juan Gelman tiene hoy 23 años. ¿Dónde se encuentra? El Presidente de la República Oriental de Uruguay no se llama Juan Gelman, pero podría, para su infelicidad, siendo, como también es, simplemente Julio María Sanguinetti, estar ahora en la situación del Poeta, es decir, buscando con desesperación a su propio nieto. ¿Qué haría? Si Juan Gelman, admitamos ahora esta suposición, fuese el Presidente de Uruguay, ciertamente el Dr. Sanguinetti llamaría a su puerta y le diría: " Ayúdeme a encontrar a mi nieto". Y Juan Gelman, de eso tengo certeza, pondría toda su autoridad al servicio de esa justicia.

Es lo que yo, escritor portugués, le ruego al Dr. Julio María Sanguinetti: "Ayude a Juan Gelman, ayude a la justicia, ayude a los muertos, a los torturados y a los secuestrados ayudando a los vivos que los lloran y los buscan, ayúdese a sí mismo, ayude a su conciencia, ayude al nieto desaparecido que no tiene, pero que podría tener". No tengo nada más que pedirle, señor Presidente, porque le estoy pidiendo todo.

Con el respeto debido.

Atentamente,

José Saramago