jueves, 7 de enero de 2010

Mi carta...


Hace muchos años escribí mi primera carta a los Reyes Magos, les pedía muchas cosas, se que la mayoría de ellas no las merecía, hoy, que redacto esta carta, quizá la numero veintitantos, tampoco creo las merezca, siempre he sido un patán la mayor parte del tiempo, aunque nunca he dejado de ser un caballero. Hoy, cinco de enero, desde muy temprano miré en las calles a los niños, dejando volar al viento sus cartas atadas a un globo, radiantes de felicidad, en mi niñez, no había para globos, solo, teníamos las ilusiones de escribirle a los Reyes, para que nos trajeran algunos de esos maravillosos juguetes que veíamos en la televisión en el programa de Chabelo, todos esos años los Reyes me trajeron lo que quisieron, ahora los comprendo mucho mejor, no es que hubieran muchos niños y yo fuera de los últimos, es que no había con queso las enchiladas, al igual que ahora, siempre han sido tiempos difíciles, ahora entiendo, los gobiernos van y vienen y los Reyes aprietan el cinturón cada vez un poco más, ¿Quién como ese santa clos? Tan barrigón y radiante de prosperidad, mi Rey mago predilecto siempre fue Melchor, aunque su caballo, me imagino, cada año más flaco, hacia el esfuerzo por llegar a visitarme, aunque, juro por el Altísimo, que siempre hubo tiempos mejores. Hoy mis queridos Reyes Magos, les quiero escribir una carta una vez más, no les pido mucho, quizá les pido demasiado. Mi amigo Melchor, quiero pedirte esta noche, helada por cierto, ya ves, este cambio climático que nos congela de frio o nos fríe de calor, quiero pedirte por la Princesa Caramelo, que este año siga teniendo trabajo, no te pido que mucho para que no se contradiga con la siguiente petición que es, que tenga más tiempo para reír, para salir a jugar al parque con Remigio que cada día siente más las largas jornadas de trabajo, yo no me doy abasto , aunque de paso, no estaría mal que nos trajeras un(a) ayudante domestico, o al menos efectivo para pagarle. También te pido que el corazón de la Princesa Caramelo se haga más grande, para que Remigio siga teniendo cada día mas amigos en el centro donde su madre es voluntaria los fines de semana, aunque debo de admitir que sufro por la forma en que Caramelo reparte su amor, me conformo, porque ella tiene amor para todos, y un poco más para mí. Te pido Melchor, que le ablandes el corazón a la madre de Caramelo, entiendo que aun después de todos estos años siga negándose a creer que su hija termino con este bulto de huesos, pero así es esto del amor, ya lo dice Álvaro Carrillo en su poema, “…uno no sabe nunca nada…”, y también hazle aceptar a mi suegro de una vez por todas que no me gusta el futbol. Te pido querido Melchor, que mantengas con mucha salud a Caramelo, para que siempre este sonriente, se preocupa demasiado por los costos de las medicinas, ya ves como es ella, si pudiera contar los granos de azúcar exactos que hay en un kilogramo lo haría con tal de mejorar nuestra economía, pero no es por eso que te lo pido, es por ella y por Remigio, porque en nuestro castillo siempre reine la alegría y la tranquilidad y las penas sean ajenas, pero no por eso menos importantes. Proporciona a toda la demás gente paz y serenidad, prudencia y sobre todo paciencia, estos tiempos están como para pensar en el suicidio, pero no permitas estos pensamientos en ninguna persona de ninguna parte de este mundo y de algún otro. Ejerce tu poder querido Melchor para que todos los hombres y en especial las mujeres, no dejen escapar ese infante que tenemos dentro, para que los hombres cumplan sus promesas y las mujeres hagan realidad sus sueños y sus anhelos, para que todas las mujeres sean como la Princesa Caramelo y todos los hombres sean como Remigio. Para mí no te pido nada, si acaso, una biblioteca con cientos de libros, una mesa, un piano, un colchón y un tocadiscos, así, si tengo a mi lado a Caramelo y a Remigio, lo demás, será lo de menos…