martes, 5 de enero de 2010

El año viejo....


Este día en general ha sido muy complicado, aunque parece que fue ayer -y lo digo muy literalmente - que fue año nuevo. Como estoy solo porque la Princesa Caramelo tuvo compromisos familiares, de esos, a los que sino asistes la tía Chofi te lo reclama cada vez que tiene oportunidad, ya sea en un velorio o peor aún, el día de tu boda. En fin, les comentaba que estando solo en la "noche vieja", decidí descolgarme a la azotea de mi palacio, me tiré a mirar el cielo, las estrellas y las constelaciones, la galaxias y dos o tres aviones que quien sabe de donde provenían y mucho menos a donde se dirigían, eran como luciérnagas mutilando el cielo, un satélite lanzado por el hombre les parecía alcanzar pero no sucedía nada. Moví mi brazo derecho para alcanzar la taza de chocolate, pero no pude, mi brazo fue directo hacia el cielo, y el cielo jalaba mi cuerpo como un imán atrae el metal, sentí miedo, gire mi cuerpo para darle la espalda al cielo, y éste me elevo hacia él. No tenia caso resistirme, me deje llevar. Por alguna extraña razón, el cielo me llevo sobre los patios no recuerdo de cuantas familias, todos celebraban la noche vieja, y la llegada del año nuevo, que, nadie sabe en realidad cuando es exactamente la llegada del año nuevo, pero lo importante de estos momentos que me regalo el cielo, fue, que, por al menos una noche, vi realizado el sueño de todos los Dioses -fuese cual fuere el suyo en este momento o en otro- de mirar a los hombres limpios y puros de corazón y de alma, todos, con propósitos para este nuevo año, propósitos claro está, que hoy, ya no recuerdan o que quizá creen, fue solo un mal sueño. Pero esa "noche vieja", pude ver al hombre corrupto -por no decir político- convertirse en el hombre más honesto y transparente, a la señora hipócrita convertirse en la más sincera de las comadres, al agiotista perdonando las deudas a sus acreedores, el Mundo Perfecto podría decir Kevin, eran tan reconfortantes aquellas escenas que no me acorde de tener miedo, ojala todas las noches fueran noches viejas, ojala que todos los días fuera año nuevo para que los hombres tuvieran estos nobles sentimientos y deseos, ya no pido que los lleven a cabo, solo que los tuvieran, pero, como en toda historia, se llega al final, a la parte del terror, hombres que no esperaban a que terminara la noche vieja ya habían olvidado aquellas promesas que solo minutos antes acababan de pronunciar, hubo quien al calor de las copas se torno lleno de cólera contra su esposa, sus hijos, sus vecinos, también, otros, que no les fue suficiente un año para perdonar alguna ofensa, aunque esto último es sumamente raro, el mexicano tiene muy mala memoria, olvida todo a la tercer semana, que raros son los hombres, todo era nuevamente como antes, quizá siempre ha sido así y al menos la Princesa Caramelo y yo, tratamos de cambiar algo que quizá no se pueda cambiar, el hombre verdugo del hombre, una vida de hombre dicen los perros. El cielo me escupe sobre la azotea del palacio, creo que es precio a pagar por la soledad en la noche vieja. No hay nada que hacer, solo ir a dormir porque mañana, como millones de seres que habitan este y otros mundos, mañana también hay que ir a trabajar.