Sin embargo, suele suceder en la mayoría de los días que he visto pasar, que el sol parece ser siempre el mismo, y no lo es, ¿lo haz visto ayer, hoy?, a veces pienso que el sol es como Dios, ahí esta, pero no lo puedes ver, sabes que es dador de vida, pero no sabes ver, apenas acercas la mirada a su halo y sientes su poder cegador, ¿así será Dios?, que cosa no habrá hecho el sol por nosotros, consumiéndose cada día para que nosotros podamos ser, ¿y si algún día no vuelve a amanecer?, ¿qué dirá el sol?, “chale hijos, ya me cansé, ya me dio hueva, ahí se ven”, ninguna energía renovable y no renovable, ninguna energía alternativa sin el sol, ni viento, ni calor, ni madres.
Pobre del sol, siempre menospreciado, las mujeres incluso los perros, bueno, está bien, los lobos, aúllan a la luna, las princesas ficticias piden que el ficticio príncipe les ponga la luna a sus pies, los poetas la luna y las estrellas, los luceros, y, ¿el sol? ,pobrecito del sol, se ha de sentir culero estar tan solo como él, pensar que nunca en la historia de la humanidad y animales que le sustituyan en la cadena de la evolución digan alguna vez, “hoy en este maravilloso día, iniciamos el primer viaje al Sol”, y el astronauta, al dar el primer paso sobre el sol, “ este es el primer salto sobre el sol, si nos quitamos las botas, seguramente daremos muchos más” , pobrecito del sol, que solo se ha de sentir.
La mayoría de las veces, como suele suceder, solo volteamos a ver al sol solo cuando hay eclipses de sol, y eso, porque la luna es la protagonista, la metiche, sin ella, el sol no tuviera sus cinco minutos de fama, pero ella, ella a cada rato se pone roja, ha de ser del coraje de que no le toca la luz del sol, pobrecito del sol, me cae.
