lunes, 11 de mayo de 2009

La chica azulita...


Raro como una día de lluvia con sol brillando al horizonte, así es este día, conversando con la chica azulita, como si los diálogos salieran creados por mi lóbulo temporal derecho, como si fuera una creación perversa de mi mente incesante, como si fueran, como si fueran…

Me detengo por un momento, pienso.

Dolerá otra vez.

Luna esta muy lejos como para darme un golpe en la cabeza y me diga “borrico”, atrévete.

Las horas son como los días 8 y 24 de cada mes, parecieran transcurrir tan lentos, como si la quincena nunca fuera a llegar, así parece la mayoría de mis días de espera, pareciera que nunca llegará una vez más. Cosas que dice la chica azulita me hacen creer, pero después, pero después…

Debo de dejar de pensar y mejor actuar en consecuencia, como dice Sanz, ¿y, si fuera ella?.
Supongamos que así sea, ¿seré yo?, sin duda, adivino no soy, solo hay una forma de saberlo… pienso en una alternativa…

Día tres...

Hoy iniciaré un recorrido por los alrededores, necesito saber en donde estoy, los satélites y las antenas no responden, no sé donde estoy, no sé cual es mi posición.

Por momentos soy presa de la desesperación, este silencio me mata, por Dios que alguien salga a mi encuentro, ¿así será la vida de Dios? Yo en mi soledad sin sentido dirijo mis pensamientos a Dios, Dios en los momentos en que se encuentra solo ¿en quien piensa?, ¿a quien dirige sus plegarias?, que vida tan triste y desconsolada ha de tener Dios.

Me encomendaré al Altísimo y partiré hacia el oriente, caminaré y buscaré el lugar al que las personas con sentido común buscarían, un lugar con agua… partiré al amanecer, no tengo más alternativa, no puedo permanecer en esta nave más tiempo esperando una respuesta que no llega, he sepultado a mi tripulación… una parte de mi se quedará aquí con ellos, la otra parte… busca sobrevivir con insistencia…