viernes, 7 de agosto de 2009

Como cada domingo...













Tú.- gordo, me ayudas con esa bolsa por favor…
Yo.- simón, ¿necesitas algo más?
A veces esa pregunta puede ser demasiado contraproducente, la Princesa Caramelo suele viajar con una bolsa de mano y mil trescientas cuarenta y un bolsas más por si la que lleva no combinará con sus zapatos, he pensando en comprar un remolque solo para sus zapatos, bolsas similares y conexos…
Remigio.- ¿puedo llevar a Paty?
Yo.- ¿pensabas dejarla?, puedes llevarla, si nos para la PROFEPA en algún retén le dices a Paty que se quede muy quietecita así pensarán que es alguno de tus juguetes, lo que un padre tiene que hacer por su hijo, cuidar de él y de su mascota.

Paty llegó a la casa unos días después del nacimiento de Remigio, yo regresaba de comprar cosas del súper para cocinar los antojos de la Princesa Caramelo que aun después el parto seguía de antojos, dicen que algunas mujeres no sobrellevan bien eso de la depresión posparto, además, era lo menos que podía hacer para agradecer que trajera a Remigio sano y salvo. Salí de del súper y pasé por la tienda de mascotas, vi un hermoso cachorro de pastor alemán, lo primero que me vino a la mente fue regresar al súper a buscar una avalancha o algún artefacto que tuviera ruedas para que Apolonio fuera quien tirara del carruaje cual bridón pura sangre. Ya hasta le habia puesto nombre al cachorro.

Ya había dado la media vuelta hacia el súper cuando entre en razón, Remigio aun era muy pequeño, la Princesa Caramelo estaba convaleciente, y yo no me daría abasto cuidando a los tres, di la media vuelta y al mirar nuevamente la vitrina ahí estaba Paty, una tortuguita que se veía igual a todas las tortugas que había visto antes, pero esta tenia una mirada diferente, así que decidí llevarla, como sé que las tortugas cuidándolas como se debe pueden ser tan longevas como la maestra Elba Esther Gordillo, decidí llevarla, con la esperanza de que algún día vea a los nietos de Remigio y de Matilde.

No puedo negar que varias veces la Princesa Caramelo puso el grito en el cielo cuando paty se prendía del dedo de Remigio y éste corría por toda la casa y la Princesa corriendo detrás de él para quitarle a paty del dedo, mas de una vez escuche “no sé porque trajiste ese animal”… si supiera que era un perro lo que tenia en mente, pero no le daba importancia a los reproches, Remigio y paty se llevan muy bien, a veces se muerden mutuamente, pero se llevan bien, van creciendo los dos, fueron juntos al kínder el primer día de clases de Remigio, y el siguiente y el día siguiente del siguiente, hasta que la maestra se dio cuenta y le dijo que no podía seguir llevándola en la mochila, fue un día difícil para Remigio y para mi también, ¿Cómo explicarle que la maestra no esta preparada para estas situaciones?, pero le puse de pretexto que la maestra no sabria que hacer si paty le moridera el dedo a alguno de sus compañeritos, quizá en su miedo y desesperación podría incluso cortarle el dedito, lo entendió muy bien y paty ahora se queda en casa, descansando de Remigio y del ajetreo de la regimochila…

Hoy volvemos a ir a la playa, pasaremos al río a que paty se de su remojada, si, después de que la primera vez la busqué por tres horas entre la corriente del río y cientos de piedras, le hemos colocado un cordón que se sujeta a su caparazón, así puede nadar a sus anchas, en el otro extremo del cordón tiene una pequeña boya, así la tenemos vigilada y sobre todo, Remigio esta tranquilo y disfrutando de una coca-cola…
Bueno, ya estan todas las cosas en el auto… enciendo el “tocacidis” y le doy play al disco de patita de perro vs Yucatán a go go, la Princesa Caramelo coloca los cinturones de seguridad y después se coloca el suyo, después de algunos años, aun sigo sin poder esperar veinte minutos más para mirarla en bañador… rumbo a la playa, el Maviri, no te doy…