viernes, 3 de abril de 2009

Capitulo II Sin remedio.



Capitulo II

Sin remedio.

Remigio Feliz.

Han pasado tres días desde la visita de González, me di a la tarea de revisar las llamadas telefónicas, a Hipólita la seguí desde la mañana hasta el medio día y no había ninguna conducta extraña, realmente estaba desconcertado y, no le encontraba pies ni cabeza a este asunto.

Me levanto de aquel viejo sillón que me ha acompañado todos estos años, y en donde he resuelto los casos más extraños que mi retorcida mente pudo recrear jamás, como el secuestro de aquella muchachita, en el verano de 1950, todos acusaban a pobre muchacho, solo por ser el novio, tenia puesta la mirada, y, peor aún, el dedo de todos, señalándolo como el más atroz de los delincuentes, pensándolo bien, no fue muy satisfactorio ese verano, en ese sillón descubrí la forma de salvarle la vida a ese muchacho, en ese sillón descubrí al verdadero culpable, pero al muchacho no le alcanzaron las disculpas para sentirse mejor, había perdido a aquella mujercita… diecisiete añitos debajo de esa falda… una tarde de agosto se pego un tiro en la sien, diecisiete añitos que no volverán…

Tomo la petaca y le doy un trago, ojala pudiera olvidar esos crímenes, olvidar esas caras, olvidar esos olvidos…

Quizá esta soledad mía no tenga remedio, porque no sé olvidar, porque no puedo olvidar… le doy un chupete a mi cigarrillo, mientras pienso en todas las razones que tiene Hipólita para engañar a González, lo que no entiendo es ¿Por qué Hipólita no lo ha matado?....

-Y ¿tú que me vez? - le grito a un viejo retrato de Aristóteles, no responde, y si me respondiera, ¿a quien le importaría?, no sería más que un hecho aislado en la aislada cabeza de un demente, en otros tiempos y en otros lugares le llamarían a esto un milagro, pero, solo es Aristóteles, y santo no era…





Pienso en Constanza, de vez en cuando siento sus labios satinados de color carmesí posándose suavemente sobre los míos, su piel de seda y mi piel de lija, es por ella que elegí este oficio, porque no puedo llamarle profesión, porque no profeso nada ni pretendo hacerlo, solo quiero… solo quisiera que la muerte me llegara para estar con ella en algún lugar cerca de aquí… pero en vez de eso, debo de seguir indagando en este caso, y peor aun debo de seguir pensando… la muerte tiene que esperar, y yo esperar un poco más…. no hay más remedio…