Por la mañana mientras esperaba el autobús que me transporta a la oficina, miraba a un niño que le pedía a su madre que le cargara pues él no quería caminar, inche webon dije dentro de mí, se miraba como de tres o cuatro años, la señora de condición muy humilde lo levantó, se lo hecho a la espalda y emprendieron su camino, de verdad ¿querrá mucho a su hijo como para hacerlo, o solo es que ya aprendió que sino lo hace se retrasará en su camino por que el niño hará el melodrama de un berrinche? Y entre las personas que estaban en ese mismo lugar me vino a la mente el rostro de la Princesa Mextli (Luna) ¿Por qué me acordaría de ella? ¿Acaso una fijación maternal? Ó quizá el deseo de subirme en ella y dejar que me lleve por las riberas del río Atoyac, cruzar los mares hasta llegar al Ganges y reposar un momento mientras me cuenta los secretos de la felicidad, y el misterio del amor, de pronto, un choque de autos desvía mi atención por un momento, al regresar la mirada ella ha desaparecido, llega de golpe la frase de Gustavo, “nena nunca voy a ser un superhombre, sueles dejarme solo”, y mi pensamiento va hasta donde esta ella, que a decir verdad, no sé en donde está y tampoco tengo la más remota idea de donde se encontrará en este ni en ningún otro momento, me pongo los audífonos y la canción que alegra mi día sin pensar es “chipi chipi” una canción que durará por siempre por que Charly la hizo, una canción sin amor, sin dolor, la canción sin fin…
Creo que estoy enamorado de Mextli, pero es más fácil que un ovni descienda sobre los patios de la NASA y que la tierra arda en llamas apocalípticas a que yo le confiese tal locura, ¿Por qué?, no lo sé, si lo supiera no me hubiera siquiera atrevido a escribirlo, ah que buena rola comenzó a sonar, me transporta a los claros ojos y me envuelve en la sedosa voz de Mextli y siento su respiración, el sueño de un sol y de un mar y una vida peligrosa, cada vez que platico con ella, veo que ha cambiado y eso es más maravilloso aún, las imperfecciones ahí siguen y es normal, pero, la cicatrices ya no están, se fueron con la suavidad de la noche, tan suave como aquella noche que me dijo: “te quiero, me cae que te quiero” mi corazón del latido tan fuerte que tuvo ha de andar por China todavía y espero que no regrese en un largo tiempo como muestra de la emoción que Mextli provoca en mi, y los solecitos buena onda que siempre están ahí, en verdad, hacen más grato el paso por esta hermosa piedra sideral llena de tanta vida y también tan complicada, por fortuna Mextli me encontró y me dijo lo que tenía que saber e hizo lo que tenía que hacerme y se fue, ah, pero de que me dejo una sonrisa y alegría en el corazón, eso que ni que…
Les comenté que me envió una fotografía, ¿no?, bueno, lo único que les puedo decir es que esta tan hermosa como el sol de abril, solo eso puedo decirles porque la postal solo decía “Falköping” que suena peor que un instructivo chino, pero los días como hoy que son generalmente los días que escribe, recuerdo esas noches al piano con su voz cantando hasta pasada la media noche, es como un mar en primavera, la vida con Mextli es suave, intrépida, pero suave, me lleva como en la montaña rusa, de arriba a bajo de abajo hacia arriba en un segundo pero con la seguridad de que no me pasará nada, ella no haría nada que me lastimara, pero si me amara sería como cuando el Altísimo dijo: “hágase la luz” y la luz se hizo pero si me amara… pero si me amara…
Ahi viene el autobús que ha de llevarme a la maldita oficina... ¿dónde estas Mextli que no te busco?...
Para Mextli estos versos:
De José Ángel Buesa
El poema de las cosas.
Quizás estando sola, de noche, en tu aposento oirás que alguien te llama sin que tú sepas quién
y aprenderás entonces, que hay cosas como el viento
que existen ciertamente, pero que no se ven…
Y también es posible que una tarde de hastío
como florece un surco, te renazca un afán
y aprenderás entonces que hay cosas como el río
que se estan yendo siempre, pero que no se van…
O al cruzar una calle, tu corazón risueño
recordará una pena que no tuviste ayer
y aprenderás entonces que hay cosas como el sueño,
cosas que nunca han sido, pero que pueden ser…
Por más que tú prefieras ignorar estas cosas
sabrás por qué suspiras oyendo una canción
y aprenderás entonces que hay cosas como rosas,
cosas que son hermosas, sin saber que lo son…
Y una tarde cualquiera, sentirás que te has ido
y un soplo de ceniza regará tu jardín
y aprenderás entonces, que el tiempo y el olvido
son las únicas cosas que nunca tienen fin.